Columna Junio – Laura Arizpe

Laura Arizpe de Alvarez                                                                                                                                                                        Presidenta del voluntariado
Una Nueva Esperanza ABP

 

Es un gusto poder tener la oportunidad de dar a conocer, mi testimonio como coordinadora del voluntariado de Una Nueva Esperanza y expresar lo que para mi, es el más grande reto desde el inicio de este proyecto.

En un principio, tomé esta responsabilidad, por ayoyar  el deseo de mi esposo de formar una institución sólida y comprometida para atender a un sector de la población muy necesitada; con el tiempo se ha convertido en un estado de vida, que no cambiaría por nada.

Mi formación y educación basada en valores familiares bien consolidados, me hacian sentir una gran obligación moral de seguir a Francisco en el plan más importante de su vida. Si quiero comentar que nunca me imaginé lo que estaba sucediendo en mi; pues le he encontrado el verdadero sentido al camino que día a día se recorre y que conforme pasa la vida, descubro que no me pudo pasar algo mejor que servir a los demás, llevándome todo esto a una superación personal que agradezco infinitamente.

Siempre me pregunté, que rumbo tomaría mi vida, cuando mis hijos dejaran la casa, ¿ habria algo mejor que formar una familia ? ¿verlos crecer y realizarse? Desde luego, nuestra vida seguiría igual de sólida, disfrutando nietos, amigos, algunos viajes etc., pero nunca pensé adentrarme tanto en este sueño, hasta el grado de hacerlo mío también.

No ha sido fácil, pues cuando me vi con la responsabilidad, de hacer sentir lo mismo a otras mujeres y contagiar la pasión de crecer, con  la única herramienta que es el corazón, y el sentimiento de condolerse del sufrimiento de los demás, fue cuando sentí un peso enorme; sin embargo me di cuenta, que conforme nos dabamos a conocer, creando confianza y sobre todo dejando que la mano de Dios actuara, todo empezaba a gestarse y se logró Una Nueva Esperanza.

Durante estos casi 19 años de trabajo, he tratado de profesionalizar el trabajo; se puede aprender mucho en cursos, libros, conferencias, etc.,pero he descubierto que cuenta mucho la voluntad y el deseo de mejorar la calidad de vida, el cariño mezclado con alegría, convertido en el simple apapacho a estos pequeñitos y sus familias, basta esto para  ver realizado el motivo de esta institución; el dar se regresa, y siempre diré que lo que yo recibo de ellos, es lo que me llena de vida y me alienta a seguir adelante.

Cuando Adriana, nuestra primera niña se fue, me sentí desolada, pero sus padres me dieron a entender,cuando con gran entereza me dijeron: no llore Sra. Laura, estamos tranquilos pues aquí se le dio Una Nueva Esperanza.

En pocas palabras, he descubierrto que nos estamos ayudando mutuamente, ellos como ángeles aquí en la tierra y también en el cielo, nosotros, con el concepto firme, hermoso de ser voluntarias, pensando,como dice nuestro cuento “YA MERITO AMANECE”

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