Contar cuentos también regala esperanza.

Por: Ma. Cristina Pérez Enriquez

Mi labor aquí es contar cuentos, así que todas las semanas voy a contar cuentos a los niños, bueno, a los que estén en ese momento, porque a veces están en el hospital. Además, cada mes contamos un cuento a todos los niños y papás, pues hay una junta mensual con todos ellos, entonces no sólo yo narro el cuento, sino que reúno a las voluntarias que quieren y hacemos una especie de obra, yo relato y ellas actúan.

Recuerdo mucho a Michelle una chica de complexión fuerte y grande pero con una voz y una manera de ser muy dulce, le encantaba pintar y mientras pintaba yo le contaba historias, un día le conté un cuento de una princesa que fue a rescatar a su amado príncipe, que un dragón se había llevado y después de muchas penurias llegó a rescatarlo, cuando llegó, ella no lucía como una princesa, sino todo lo contrario, con todo lo que había pasado estaba despeinada y sucia, así que cuando finalmente estaba con su príncipe, éste le dijo que primero fuera a arreglarse y cuando se viera como una princesa, entonces y sólo entonces, lo viniera a rescatar, la princesa se fue, y jamás lo rescató, por supuesto, no se casaron y vivieron muy felices. La moraleja de este cuento es que jamás nadie tiene por qué tratarte de fea manera, ni decirte cosas que te hagan sentir mal. Eso se lo expliqué a Michelle y ella estaba feliz, me dijo que, que, qué bueno que le había contado el cuento porque en la escuela había niños y niñas que la trataban mal y que ya no lo iba a permitir. Ahora Michelle es un ángel más en el cielo.

El contar cuentos me da la oportunidad de ayudar a los niños, de acercarme a ellos y de tocar temas que les atañen y sin que ellos se percaten de ello, simplemente escuchan el cuento y lo disfrutan y a veces se identifican con el personaje.

Como voluntarias, generalmente pasamos ratos muy lindos y divertidos, el que estés rodeado de niños enfermos, no quiere decir que tengamos que estar tristes, la idea es llevar alegría a los niños. Todas las voluntarias tenemos trabajos diferentes en el albergue, ninguno, mejor o peor que el otro, todos igual de importantes.

Al final del día te das cuenta que en vez de que tú les ayudes a los niños, ellos son los que te ayudan a ti, cada día te dejan una enseñanza nueva, cada día te das cuenta que son personitas tan fuertes, que tú eres la que se siente débil y pequeñita, quejándote de cosas sin importancia como que si hace frío o calor etc., y ellos lo que quisieran es tener vida para sentir ese frío o ese calor.  Muchos lo logran, muchos no, sin embargo, tanto los que se van como los que se quedan, nos dejan algo que no se puede poner en palabras, nos dejan una luz en nuestros corazones que nunca se apaga.

Si quieres y puedes, ven a Una Nueva Esperanza a ayudar y te darás cuenta de todo lo que te digo y si no puedes venir, puedes ayudar desde tu hogar, es muy fácil.

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